domingo, 15 de octubre de 2017
Solsticio azabache
Temo al solsticio teñido de azabache.
Vi solidificar palaciegos hechizos y desmaterializarse en lóbregos jeroglíficos.
Soy un Ser gregario en batallas que sólo en sueños cacaraqueo la gloria: aquella que la luz hace ignominia.
Anhelo al observador horneado en desconexión que asiste impertérrito a la vida con porte, argucia y pleitesía. ¡Ay! Esa sería mi alegría: ¡zigzaguear el dolor de mis días!
Soy un guerrero con batallas de argamasa y alud en mi alma.
Quiero embalar el desacierto, porque no logro emparedar mi lucha, esa que subvocaliza la niña y su dicha; embebida de rebeldía susurra el sofisma que ansía mi vida.
Combato el temor, pues tiene razón: ¡Sólo fueron meros espantajos!
Y de nuevo transito entre rostros hoscos y abisales; cabalísticos seres espectrales.
Hay un espacio fronterizo que sólo gobierna el destino. Es un sendero asilvestrado con ecos altisonantes; de aciertos y agravios plagado, atendiendo a la voluntad de actos.
Ahora oigo el llanto de Níobe…¡Sepultura de tantas criaturas!
El solsticio se tiñe de azabache, ¡clónico empache!
Seguiré atendiendo a la niña y su dicha:
cambalache en tutelaje errante,
cataléptico engranaje que sabotea mensajes.
Marisa Béjar, 15/10/2017.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Don Dumas. Sí, los miedos que se amontonan ahí y no hay manera de vencerlos... Y el guerrero hace lo que puede.
EliminarMuchas gracias por leerme, agradezco mucho tu tiempo y que me regales un bonito comentario. Besos.