La cruz cátara.
De la aspereza nace el ocultismo.
La cruz cátara fondea en el valle del monocorde olvido.
Arramblaron sus cortijos,
¡quemaron a sus hijos!
La muerte: eterna amancebada
del poder hiriente
expolia Seres que se aferraron
al ventanuco de la fe.
Son espíritus encorvados
de rostros apergaminados
y ojos aguados.
Irredentos del sotobosque
con címbalos herrumbrosos
de vítreos sonidos
que tintinean en la beldad
de la indomable oscuridad.
Marisa Béjar, 18/11/2018
El retrato.
Mi alma habita en el zaguán de la imagen dorada;
baluarte de nenúfares purpúreos
¡sobrevivieron al Gran Diluvio!
Los códices de antaño
mentaron su retrato:
<<Ser con destellos diamantinos>>.
¡Llegaron asaltacaminos!
Rostro que oblitera hordas de infierno y rabia.
Belleza policromada
que aguarda mi estancia
en galanteos y siseos:
envites a los Campos Elíseos.
Oigo un chasquido agorero,
¡achico los ojos y no lo veo!
El aire está larvado de dolor.
Espesa calima virando
en roca caliza;
¡Arpía!
Hueles a curtiduría.
Plúmbea nostalgia
arrobada en su aura.
Marisa Béjar, 9/11/2018