jueves, 16 de noviembre de 2017

Electroshock

No hay bastión que pueda frenar el electroshock.
Es la cerbatana más afilada,
aquella que envenena el alma.
El Casimir deviene saco estropajoso
si esbozo su expolio.
No hay cartógrafos que dibujen un camino de culpa extinto,
porque el electroshock galantea con el horror.
Y cuando todo está torneado
en el más inexcusable agravio, 
no hay redención:
sólo cabalísticas reminiscencias 
y sufrir de nuevo electroshock.


Marisa Béjar,  15/11/2017.

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