Busca al nigromante.
Mujer sabia en emoción aunque el mundo te negó la razón.
Mirada cuarteada entre cal, azufre y cianuro;
¡anularon tu orgullo!
Hay un preludio necroso en tus días
carente de pleitesía.
Vi cómo combatías frente a una hueste provista de arietes gigantes
con un mero estilete de barro.
Reclina la estima que siempre ansías y se apoltrona la ignominia,
y en esa ceremonia de lanzas nadie vela por tu luctuosa alma.
Zancadilleas a cada instante
y habitas inhóspitos parajes:
pasos en la niebla, rechina la tierra y amaneces en la pira de la colina
desértica.
Esa fotosensibilidad a la realidad no te va a ayudar.
El remanso que implora tu llanto no acude a este acto.
Desleídas son tus memorias y no hallas el postigo
que te exima de este oprobio maldito.
¿Eres heredera de otra esfera?
Aquí las mandíbulas no articulan tus señas.
Hay un trampantojo que inocula tu vida.
Piérdete en el bosque verdeante
y busca al nigromante
de pelo azafranado.
Muchos galenos acuden a su encuentro,
quizá el pueda vadear
tu mal.
Marisa Béjar. 10/07/2018
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por tu bonito comentario. Un placer que te guste. Besos.
EliminarQue buen poema.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu bello comentario. Saludos!
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