Me convertí en labriego de campo infecto,
donde sólo las sombras me saludan con sorna.
Rebufa el viento el ambarino deseo:
¡cameo que me vendió el buhonero!
Creí que viviría siempre imantada a ti…
Pero me has desahuciado,
y ahora mi alma vaga acompañada por voces guturales:
son acólitos de Plutón,
¡de chamizo hicieron mi almohada!
Mi inconsciencia invertebrada
y el amor por tu mirada
me embozaron en un manto hediondo.
Arrebujada a ese harapo sigo cavando:
el anclaje de mi cadalso.
Marisa Béjar. 31/07/2018.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY sólo tú podrías escribir un comentario tan certero y maravilloso. Eternamente agradecida por estar ahí animándome en este tortuoso camino. Besos Don Dumas.
Eliminarme deleita como escribes
ResponderEliminarMuchísimas gracias por dejarme un bello comentario, me alegra que te gusten. Saludos.
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