Agua
Soy el remero desparejado,
¡qué agravio!.
Ahora al oír crujir los maderos
sé que puedo imbuirte
en las cacofonías de mi mundo incierto.
Me aguijona tu sonrisa, tu alma.
Por eso me retiro boqueando
a mi inmundo camastro,
trasegando los últimos días de dicha;
mi vida….
Los embistes de las olas
son envites para gozar de ti en la proa.
Subo circunspecto y sigiloso,
transito en pasadizos angostos…
Y sólo recuerdo el recodo de mi Ser en la barandilla,
y que a la bitácora suplicaba dónde te hallabas;
mi alma rimada.
Alma rimada.
Marisa Béjar, 11/10/2018.
Ilustración: Anka Zhuravelva
Esta poesía es tan bella como falsa. Así es la POESIA . Bella y falsa. De ella me alimentaba hasta que se muere. Sobresaliente haberse mojado con tus palabras
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar.
EliminarLa poesía engloba matices tan inabarcables que no sabría calibrar...Saludos!