Su voz.
Su voz es laúd chapeado
en principesco pasado.
Piqueta dorada,
vitualla en mi alma.
Son renglones
de sinsabores
que libertinos
huyen del Nilo,
en busca de un aforismo:
en busca de un aforismo:
¿Existe el amor que siempre alimente cuerpo y
espíritu?
Cuentan las hadas que su dorsal sobrenadaba en el agua.
Siento sus tibias ondas
meciendo mi cuerpo
en silencio.
Extático placer,
dádiva que arquea mi espalda.
¿Su voz en el aire?
¡No!
Me aguarda tras el cortinaje.
Marisa Béjar, 16/09/2017.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn honor que te guste mi poema y dejes esta bonita apreciación.
EliminarUna voz capaz de alimentar invariablemente cuerpo y espíritu... Menudo poederío!
Muchas gracias por leerme. Besos!
excelente, un gusto deleítarme con su pluma.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por leerme y dejar un bello comentario. Un placer que te guste. Saludos!
EliminarMuchísimas gracias por leerme y dejar un bello comentario. Un placer que te guste. Saludos!
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