Fragmento de mi novela
“El Cielo de los Perros”.
<<La luz del pasillo estaba encendida a fin de amortiguar la tenebrosidad de la noche. De nada servía, porque no cesaba de moverse debajo de las sábanas, y el sueño restaba exiliado a los confines de otro mundo antagónico. Necesitaba pensar que tal como aseguraba su madre (…) Después de una tediosa hora cavilando y sudando, saltó de la cama acodándose en el alféizar. Intentaba contagiarse de la aparente paz que manaba de las ventanas selladas al miedo. Entonces vio cómo el gato del vecino de enfrente se asomaba al balcón y la miraba con los pelos erizados. Ella lo adoraba, siempre le canturreaba desde allí y lo achuchaba en la portería. Volvió a temblar, sabía que había vuelto a su habitación…>>
Marisa Béjar
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