jueves, 8 de junio de 2017

Almas rimadas.
       Segunda parte.


         


Almas rimadas,
retozan abrazadas.
Suspiran,
respiran: éter de ambrosía.

Ella:
¿Por qué siento nostalgia?
¿Acaso hubo vida en distancia?

Él:
Mi bella, mi amada. No sé dónde andabas…
Mi alma era escarcha,
mi paz es tu aura.

Ella:
El pozo: insigne y glorioso,
deviene el frío en estío.
Mi vida ¿dónde está?
¿Aquí o allá?

Él:
Sólo tú lo sabrás.

Un halo espartano
atrapa el espanto.
En el claustro 
las flores germinan
divinos mantos policromados,
lecho prodigioso,
sueños deleitosos…
No regresan, 
se besan.
Náyade sella la estancia.


Marisa Béjar, 08/06/2017.





Almas rimadas.

Entre los arcos del claustro
se observan pasmadas.
Lo saben: son almas rimadas,
de texturas forjadas en vidas pasadas.

Peregrinan en distancia,
cautelosas  acciones,
gratas sensaciones: conectadas.

Equidistantes miradas:
nostálgicas, soñadoras, embriagadas…
¡Férvida melodía en palabras imantadas!

El cielo reflecta un misterio.
Las flores exhalan fragrantes hologramas:
seducen el aire,
pomposo deleite
se instala en sus mentes.

En la galería clavan sus pisadas.
Él franquea el jardín,
sonríe: en el pozo la espera.
El agua cristalina gorgotea la misiva.
Ella recoge los bajos del vestido
verde infinito.
Salta el escalón, avanza  frugal y etérea.

Son almas rimadas, 
en medio del cosmos halladas.

Marisa Béjar, 05/06/2017.




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