Thelma, 21 de abril.
Hoy hace cinco años que dejé de acariciar tus sedosas orejitas.
Tenías un añito cuando te vi a través de las rejas de aquel refugio. Tu estado era deplorable y requeriste tres tratamientos distintos para sanar, pero a los pocos días estabas llena de vida.
Estuviste conmigo cuando mi vida dio un vuelco que no supe muy bien cómo encajar… Pero no estaba sola, tu carita me esperaba al llegar a nuestro hogar. Y tu sonrisa iluminaba todas las habitaciones vacías, dichosa tu compañía…
Vivimos más de trece años físicamente unidas, pero sé que sigues estando ahí…. No puedo pasear contigo, pero puedo palpar tu amor.
En un encarecido intento por sentirte cerca de mí, has inspirado gran parte de mi novela. Porque es a través del recuerdo cómo perduran los seres que amamos.
Jamás lograré entender por qué la gente os maltrata y abandona. Porque te sigo queriendo más allá de este mundo.
Muchas veces sueño contigo y te veo feliz… Y quiero pensar que te sientes así. Ese canal que nos une jamás se extinguirá. En ese espacio la muerte no acontece, cualquier alhaja desmerece al fulgor de tu mirada: en amor alicatada.
Te encontraré en el cielo, en el Cielo de los Perros.
Marisa Béjar, 21/04/2017.
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