miércoles, 29 de marzo de 2017



Fragmento de mi novela "El Cielo de los Perros".


      

        <<Se colocó ante la parte central del armario, donde estaban las puertas con espejos incrustados. Uno de los espejos estaba resquebrajado. Meses antes de romper la relación, Santi, inmerso en una acalorada discusión, cerró con contundencia aquella puerta y el espejo no aguantó el golpe. Aún se mantenía férreamente  adherido a su base, surcado por un sinfín de grietas que se extendían anárquicamente en distintos derroteros.
    
       La perra subió de un bote a la cama, y justo en ese momento, Marina vio su imagen reflejada en el cristal acorralada por multitud de Thelmas. Se giró hacia el animal.
          
 
       ¡Eso es justo lo que necesito! ¡Tengo que rodearme de un montón de perros! No puedo retrasarlo más, mañana mismo me hago voluntaria de un refugio de animales le dijo.
   
    El caos la llevó a la esencia de su propio ser y decidió seguir la estela... Aquella idea la había perseguido desde la niñez, pero siempre la bloqueaba excusas típicas como: <<Me dará mucha pena y saldré corriendo>>, o <<yo no valgo para verlos sufrir>>, o <<me los querré llevar todos a casa>>.

    Pero el dolor por la pérdida de Santi había ahondado tanto en su corazón que sintió que aquél era el momento idóneo para entregarse a aquel deseo tantas veces aplazado. Señaló con el dedo índice el espejo cuarteado y dijo:
          
           —Esa va a ser mi ruptura, los sábados  por la mañana voy a estar rodeada de perros.

  La decisión era inapelable, sería voluntaria en un refugio de animales>>.


Marisa Béjar.

      En la foto mi perra Thelma que murió el 21 de abril de 2012 y sigo pensando en ella todos los días de mi vida.

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