domingo, 26 de agosto de 2018

Presentando a Álvaro.

Fragmento de EL Cielo de los Perros




<<Se quedaba embelesada al verlo cantar y tocar la guitarra. Empezó con la guitarra a los diez años y jamás la abandonó. Su maestría fue transmutando en perfección absoluta.

Era muy hábil, rápido y preciso. Sus dedos volaban sobre los trastes: subía y bajaba de escala sin que apenas se advirtiera el paso por el mástil. Pasaba de tonos cañeros a melódicos con técnica muy depurada y excepcional. La guitarra era una prolongación de su ser: un ser pasional. Las cuerdas eran como la pluma del escritorio de Marina, en ambos casos eran canales para expresar sentimientos.

Se movía y saltaba más que ninguno, hincaba las rodillas en el suelo mientras alzaba la guitarra al cielo rasgando los últimos trastes del mástil, haciendo gemir las cuerdas con su característico sonido agudo. Se apartaba el pelo de la cara con un golpe brusco de cabeza, destapando los tres pendientes en la oreja izquierda y mostrando el nacimiento de sus patillas.

Siempre se colgaba la guitarra con la correa muy holgada, en ocasiones haciéndola girar en su torso. Tocaba a la vez que en una fracción de segundo posaba la mano en el clavijero afinando alguna cuerda.

Su voz roquera coreaba al vocalista, relegando a los otros miembros a segundo plano. Álvaro era el pilar vocal del cantante. Por sus cualidades podría perfectamente ser cantante y guitarrista solista.

Marina escuchaba la música de Uppercut, pero, sobre todo, la que Álvaro creaba para él.

Mientras guitarreaba miraba fijamente a Marina, con la eterna expresión pícara que le brindaban sus ojos rasgados...>>. 



         
         

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