lunes, 17 de septiembre de 2018


Murciélago azul.





Hoy tu ausencia me lleva a deambular por calles vacías. Sólo me acompaña una sombra titilante y alargada que se empeña en perseguirme. Me perturba su presencia porque posee vida independiente a la mía, se mueve de forma amenazante mientras se acerca  mostrándome sus fauces.

Observo el oscuro cielo desprovisto de estrellas, la contaminación las oculta y no me permite contemplarlas. Pero sé que en este mismo instante brillan para otras personas que respiran vida y no la mísera polución que me rodea.

Me siento en un banco y miro el edificio de enfrente. Hay algunas luces encendidas y lloro al pensar que podríamos estar viviendo juntos en cualquier habitáculo de aquellos. La luz que buscaba en el firmamento la vislumbro en la tierra porque es aquí donde te necesito y no en la vaguedad del espacio.

Pasa el tiempo y merman las luces del edificio. Puedo ver cómo a través de los ladrillos los moradores despiden el día y descorren las colchas para recibir el sueño que tanto anhelan. Unos duermen con sus hijos, otros con su pareja, algunos con sus mascotas y sólo hay uno que duerme solo: vive en el cuarto tercera. Y es exactamente en ese cubículo de luz donde a las dos de la madrugada se encuentra el alma desvelada.

Constato que  escribe compulsivamente tecleando el ordenador, pero no sé si habla con otra persona o consigo mismo. Su mirada acusa una insondable melancolía. Asisto a un ininterrumpido goteo de agua que se filtra a través de aquella vivienda hasta la calle, son lágrimas capaces de atravesar un edificio.

Se ha formado un charco que serpentea errante entre las gélidas baldosas olvidadas por los transeúntes que duermen plácidamente.

Siento las extremidades entumecidas, el frio adquiere una virulencia impetuosa cuando se hiela el alma.  Bajo los ojos y advierto que mi abrigo gris muta a un tono más oscuro en la parte del corazón. Mi abrigo se empapa, mi corazón se deshace en escarcha. Huye de mi cuerpo formando un sinuoso riachuelo sobre el pavimento. Me aterra su huida y presiono la mano para retenerlo, pero yerro en el intento porque ya no me pertenece.

Mi cuerpo languidece sobre las mismas tablas de madera que la tarde anterior dos adolescentes se prometieron amor eterno embriagados de felicidad. Quisiera contagiarme de aquella hilaridad que tronó hasta el cielo mientras dibujaban juntos sus vidas.

Declino en mi obstinación por aferrarme a mi corazón, la mano de desliza balanceando inerte sobre el reposabrazos del banco. Apenas puedo abrir los ojos, me voy acoplando al respaldo para no despertar jamás. Justo cuando creo desvanecerme eternamente, un murciélago azul se posa en el banco y emite un chillido sobrecogedor despertándome de mi letargo.

Al abrir los ojos veo que media un palmo entre los dos caminos de agua. Sin mediación de un plano, ni brújula se han encontrado. Miro hacia arriba y veo que el del cuarto tercera eres tú.

<<¿Pero qué haces ahí escondido? Si en realidad no estábamos tan lejos, pero te empeñaste en creerlo>>, pienso mientras lloro. 

Mis últimas lágrimas obran un milagro: aumenta el caudal y se fusionan los dos caminos. En ese instante me ves y bajas a buscarme.





Marisa Béjar, 24/01/2018.





4 comentarios:

  1. Solo hay uno que duerme solo, que vive solo,
    en un piso buscando en sus caminos de agua el rumbo,
    esperando junto a su soledad descorrerse en vacíos
    pero bajo sus ojos descubre aferrándose en su corazón
    sus lagrimas buscando un milagro,
    que es tu persona.

    Me encanto Marisa, que con atrevimiento tome de tus palabras,
    quise expresarte mi gusto por leerte.
    Gracias por compartir.

    ResponderEliminar
  2. Hola Gustavo. Me encanta cómo lo has expresado! Muchas gracias por leer, comentar y compartir mis letras. Me anima saber que te gustó. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Intrigante relato. La descripción es tan cercana de esta historia de sentimientos que el que despierta es el lector cuando finaliza el relato.
    Maravilloso Marisa
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer y comentar mi relato, tu opinión es muy importante para mí. Un placer leerte siempre. Besos Don Dumas.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.