jueves, 6 de abril de 2017



Las guitarras y Marisa Béjar.




       En la adolescencia creí enloquecer con la música heavy y rock. El sonido de las guitarras eléctricas cautivaron mi corazón adolescente con la fuerza de un ciclón.  Las notas de los guitarristas navegaban sin cesar en mi mente. De la admiración nació la imitación.
       
      Quise aprender a tocar la guitarra como todos aquellos virtuosos, y lo intenté. Pero fue un fiasco… Con catorce años mis padres me apuntaron a clases particulares de guitarra clásica. Llegué a saber tocar el “Romance Anónimo”.  Deseaba dominar la guitarra eléctrica… Pero jamás aprendí a tocarla y fue muy frustrante: porque quería ser guitarrista. Fue una de mis primeras lecciones de la vida.
      
      Fantaseaba con formar mi propio grupo de heavy (¡Diós! Como si fuera fácil…) ¡Casi nada en la vida es fácil!
       Hacer carrera musical no estaba en mi destino.
      
      Siempre seguiré gozando de la música que me atrapó a mis trece añitos. Y esa misma música ha inspirado varios capítulos de mi novela “El Cielo de los Perros”. Posiblemente ésa era su providencial función, aunque en mi ignorancia quise usurpar indecorosamente todo el protagonismo emulando a mis ídolos.



Marisa Béjar, 02/04/2017.



2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Vaya coincidencia... Mi pasión por la guitarra nació más tarde, en 1987. El artífice del acontecimiento fue Gary Moore, es mi guitarrista preferido por antonomasia. Pero me gustan un montón de grupos heavies... Mis guitarras también duermen, son sueños dormidos que igual un día despiertan...

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