sábado, 27 de mayo de 2017

El parque de las miradas cruzadas.
         

               


¿Quién no estuvo soñando en un parque de miradas cruzadas? 

Han pasado muchos años y  aún recuerdo cómo me mirabas.


En aquel parque todos idealizábamos nuestro futuro en distintos planos de la vida. Formábamos una multitud heterogénea de jóvenes soñadores. Con sueños amplificados, que estallaban más allá de nuestro ser, izados: en un país inventado.

La cancha ocupaba la parte central del parque, allí los deportistas se entregaban en cuerpo y alma entre pases de pelota y sudor.

Circundado la pista se hallaban diversos grupos. Nos dividíamos por afinidades variopintas. Yo estaba allí con mis amigas porque me gustaba un chico que desconocía mi existencia.

No sé por qué me empeciné en alguien que no me veía, cuando tú sólo me veías a mí.  Decisiones irreflexivas, o paradojas de la vida.

En la distancia me dedicabas bellas sonrisas e insoslayables miradas henchidas de dulzura, pero te mantuve orillado… Aunque  creo que si hubieras iniciado el cortejo, al final me habrías atrapado. Pero eras  joven e inexperto, y la situación te intimidaba. Allí no había clandestinidad, todo quedaba registrado, el espacio no era tu aliado.

En tu rostro se instalaba la eterna sonrisa. Tus ojos eran belleza cándida, de un anhelo que sigue vagando en la atmósfera imperecedero.

 A veces paso por allí y siento la fuerza de aquella mirada que en su día omití, y por ello: hoy rindo tributo aquí.


            Marisa Béjar.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. "Rendir tributo aquí" me parece una buena síntesis del por qué de escribir, o vivir. Una bella prosa que refleja muy bien el ideal platónico y el desasosiego mesurado cuando camina el alma hacia su perfección. El amor orillado.

    Saludos Marisa

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    1. Muchas gracias por tus palabras Raúl. Sí, lo has resumido perfectamente... Idealizar el amor... Me alegra que te guste. Saludos!

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